Saludos de nuevo navegantes
Ya tocaba actualizar un poquito, y como prometí, en esta ocasión continuaré contandoos un poco más sobre esta odisea campestre y enseñaros algunas fotillos de aquellos lares.
Bueno, he aqui la primera foto, en la que se ve la “cara” del gato que dá nombre a la cueva. Si por mi fuera, la hubiera llamado la cueva de la “cosa” o la cueva del “bicho deforme”. Pero bueno, todos sabemos lo que hace la imaginación:
Pues bueno, ahora que ya conoceis la cueva, proseguiremos con el relato de esta curiosa travesia.
Pues resulta que trás el primer encuentro con la cueva, su lago helado y la perra devoradora de turistas, tras una cena la mar de curiosa y una buena velada nocturna al fresquito de la naturaleza, decidimos irnos a dormir; Al día siguiente la señora loba ya tenia plan propuesto: “La marcha verde”
Dia dos. Un despertar estupendo, habia que bajar raudos cual relámpagos para pillar el desayuno, que he de decir que resultó realmente pantagruelico. Tuvo que ver bastante que daban a elegir entre Yogur, tostadas en cuatro versiones de pan diferentes, fruta, pastelitos, leche y zumo, pero tenemos por costumbre procurar no dejar nada de lo que se nos pone sobre la mesa, aunque este puesto ahi para “elegir”. Que le vamos a hacer, somos muy educados.
La cosa es que entre que bajaban los frutos de la comida y no, salimos a las doce de la mañana rumbo a un pueblo cuyo nombre no puedo acordarme, solo sé que de camino nos pillaba otro pueblo que se llama Benaojan. Donde teóricamente debíamos de comprar los billetes de tren para la vuelta.
La ruta prometía… cinco horillas de marcha con vuelta en tren a traves del campito. Hacia calorcillo, pero nos daba igual, semos sureños y masocas, estamos acostumbrados, si te quemas por un lado te dás la vuelta y punto.
El muchacho de recepción puso carilla de poker al comentarle nuestra intención y nos dijo que “tuvieramos cuidado con el calor y las culebras”. Yo la verdad, cada vez tenia menos ganas de comenzar la aventura, pues las culebras no es que me den mucho yuyu, pero el calor de verdad ya es harina de otro costal. Trás haber estado en el Sahara y de maniobras en el desiertos de Zaragoza, haberte quemado cual chicharrón, asfixiado corriendo monte arriba monte abajo a muchosgradosalasombra para las “tomar posiciones enemigas” y sudado sal, la palabra calor se vé desde otro prisma. Si, como dirían los gallegos: “nunca mais”. A ver si encuentro las fotos y os las pongo. Ya de camino me veis de “joven” y las fotos de la loba y yo en nuestro viaje de novios.
Bueno, al tema. No me molaba mucho la cosa, pero no pasaba nada, habia un rio cerca y bueno, támpoco nos parecia para tanto. Semos bichos campestres, que más dará. La señora Loba insistió, así que decidimos tirar pálante, como los de Alicante.
Je je je… para resumir solo deciros que nos quedamos sin agua, y no compramos el billete en Benaojan; Mi mujer parecia un tomate campestre y casi le dá un soponcio. Menos mal que me la traje a marcha militar, haciendole beber lo que nos quedaba de agua a buchitos para que no se mareara más de la cuenta. Para variar, aguanto cual campeona. Yo la verdad es que también noté bastante los años sin hacer marchas, para que voy a mentir. Aún asi, y como no nos quedaba mas remedio, nos comimos también a pata el viaje de vuelta… unos 30 kilometros con un solecito curioso a través de un camino lleno de matojos, que en ocasiones pasaba cerca de un rio al que me arrojé cual chinche saltarina para refrescarme un poquito. Al llegar sobre las seis o siete de la tarde -Si, ibamos deprisita porque nos habiamos quedado sin agua- bebimos cual camellos saharagüis y decidimos que lo de las rutas verdes en verano se lo podríamos dejar mejor a las cabras y asu p#*ta madre. Por cierto, aún me estoy quitando pellejitos de los hombros, tengo un moreno tipo camionero monísimo.
De todas formas y aunque no lo parezca por el tono, nos lo pasamos muy bien. El sitio es bonito, nos paramos a la vuelta por un hotel muy molón en Benaojan y nos reimos un rato al pensar en las gilipolleces que hacemos los domingueros.
Pero bueno, aún nos quedaba casi toda la tarde. Fué una tarde reparadora que pasamos en el laguito de la cueva, mojándonos los pieses y disfrutando de la bucólica visión del presente paisaje:
Después de eso, se terminaba nuestra estancia en la cueva, por lo que trás pasar esa ultima noche en el hotel, emprendimos el camino de vuelta hacia Sevilla, no sin antes pasar por la poco conocida, aunque rica en pinturas rupestres “Cueva de la Pileta”, que aunque parezca mentira aparece en los libros de texto y es la que dá nombre a las “pinturas Piletenses”, algunas de las cuales tienen aun más antigüedad que las que pueden encontrarse en Altamira. Anda que estamos empollaos ¿eh? las cosas de los guías, que fueron la leche. La verdad es que nos gustó mucho la excursión. No nos costó nada cara, fuimos en un grupo pequeño, con un guía excelente y aprendimos cositas. Entre otras cosas que las lámparas de carburo chamuscan los dedos y pesan un quintal.
A la vuelta tambíén comimos en la famosa venta “Los tres mojones”, de cuya fachada alguna vez os mostraré la foto. No pude evitar dar el volantazo al ver tan sugerente nombre. Con esa “caca” de publicidad, la comida tenía que ser buena… y vaya que si lo fué.
Bueno, pues eso es todo, perdonad por lo resumido del relato, me he comido cosas y lo he contado como me ha dado la gana, pero se me hace pesado escribir sobre viajes, espero que sepais disculparme.
¡Nos leemos!
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