viernes, Mar 29 2024 10:09AM

ONIRIC FACTOR

From the deep dream dominions

Saludos lupinos camada.

Viéndome rodeado de paganos perversos y detractores de la navidad, he decidido hablar un poco mas del tema navideño. Así que os toca aguantarme un rato.

Puedo entender el enfoque a través del que se tacha de hipocresía al hecho de realizar donaciones o labores sociales durante estas fechas, o la perversión de estas festividades por parte de la sociedad en la que vivimos. Si bien creo que esta perversión existe -y pienso que es mayor entre los no creyentes, pues desde el ateismo, estas fechas no tienen otra referencia que la que la sociedad de consumo transmite a través de los medios- creo que a veces se sacan un poco los píes del tiesto atacando con tanto fervor esta celebración.

Durante estas fechas, es bueno dar sitio a la reflexión. Desde el punto de vista cristiano, nos recuerda el nacimiento del cordero que dio su vida por la salvación de la humanidad, especialmente de los mas pecadores y egoístas.

Esto, en terminos un poco más cercanos y terrenales, nos recuerda varias cosas:

No somos perfectos, pero recibimos cariño y perdón.

Los demás tampoco lo son. También pueden recibirlo.

Hay, hubo y habrá gente que muere -ya sea en sentido literal o figurado- por los demás. Sus acciones son las que hacen de este mundo un lugar en el que merece vivir.

Siempre ayudamos menos de lo que debieramos

En el mundo continuan existiendo enormes diferencias entre los que tienen -bien a nivel espiritual, afectivo o material- y los que no.

La mayoria tenemos suerte… ¿la merecemos?

No hace falta ser creyente para ver esto, aunque bien es cierto que nuestra sociedad a veces dificulta la transmisión del mensaje, invitando al letargo mental, las frases hechas -ahora hasta en versión SMS- y la compra compulsiva. No juzgo a nadíe: El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Pero lo cierto es que, en términos generales, se nos presentan como opciones varias actitudes ante la navidad y lo que esta representa:

Tomar nota de estas reflexiones y actuar.

Ser indiferentes y dejarse embriagar por la sociedad de consumo.

Ser indiferentes y rebelarse contra la sociedad.

Tomar nota de estas reflexiones, sentirnos mal y no hacer nada.

De todas, yo trato de quedarme con la primera. La ultima no es suficiente y las dos intermedias me parecen engañarse a uno mismo. Aunque eso si, los que me rodean bien saben que soy can de carne y sangre. Por lo tanto, estoy lejos de hacer realidad mis deseos. Lo cual no me desanima, pues es tal y como tiene que ser: ¿Que gracia tendría la vida si no costara trabajo alguno manejar las riendas de nuestra vida? ¿que gracia tiene la victoria si no se conoce la derrota?… bueno, ya comienzo con mis desvarios… a la próxima mas Cell-Fusion y menos diatriba.

Pero no os quiero dejar sin aumentar un poco la información referente a este importante evento que llamamos navidad. Pues me ha resultado un tema interesante sobre el cual debatir. Bien, el blog no es un foro de debate, ni es mi deseo en convertirlo en algo similar, pero creo que puede ser, como el resto de la blogosfera, una fuente interesante de información que bien merece ser leída.

Ala, ahí teneis información a cascoporro bastante más detallada.

He procurado tomarla de diversas fuentes para mostrar la información desde dos puntos de vista diferentes, pero obviamente, con un contenido objetivo similar. A veces estos temas se esgrimen de una forma un poco absurda como armas arrojadizas, olvidándonos de lo que la sociología nos comunica sobre la naturaleza humana, como se realiza la fusión de culturas y el modo en que se dá la difusión de las costumbres y valores que cimientan nuestras sociedades:

La Navidad (latín: nativitas, ’nacimiento’ ) es una de las fiestas más importantes del Cristianismo, junto con la Pascua y Pentecostés, que celebra el nacimiento de Jesucristo en Belén. Esta fiesta se celebra el 25 de diciembre por la Iglesia Católica, la Iglesia Anglicana, algunas otras Iglesias protestantes y la Iglesia Ortodoxa Rumana; y el 7 de enero en otras Iglesias Ortodoxas, ya que no aceptaron el calendario juliano, que reformó el Papa Gregorio XIII.

Los angloparlantes utilizan el término Christmas, cuyo significado es ‘misa (mass) de Cristo’. En algunas lenguas germánicas, como el alemán, la fiesta se denomina Weihnacht, que significa ‘noche de bendición’. Las fiestas de la Navidad se proponen, como su nombre indica, celebrar la natividad (o sea, el nacimiento) de Jesús de Nazaret en este Mundo.

Aunque para algunos historiadores la celebración de la Navidad histórica debería situarse en primavera (entre abril y mayo), y para otros, siguiendo el relato de Lucas 2:8, que indica que la noche del nacimiento de Jesús, los pastores cuidaban los rebaños al aire libre y que el cielo estaba lleno de estrellas, es poco probable que este acontecimiento hubiera ocurrido en el invierno (hemisferio norte), las Iglesia cristianas mantienen el 25 de diciembre como fecha convencional, puesto que en la primavera u otoño la Iglesia celebra la Pascua.
Fiestas no cristianas del 25 de diciembre

Los orígenes de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, se ubican en las costumbres de los pueblos de la antigüedad que celebraban durante el solsticio del invierno (desde el 21 de diciembre), alguna fiesta relacionada al dios o los dioses del sol, como Apolo y Helios (en Grecia y Roma), Mitra (en Persia), Huitzilopochtli (en Tenochtitlan), entre otros. Algunas culturas creían que el dios del sol nació el 21 de diciembre, el día más corto del año, y que los días se hacían más largos a medida que el dios se hacía más viejo. En otras culturas se creía que el dios del sol murió ese día, sólo para volver a otro ciclo.
Alegoría de Cristo en forma del dios solar Helios o Sol Invicto

Conduciendo su carroza. Mosaico del siglo III d.C. de las grutas vaticanas en la Basílica de San Pedro en el techo de la tumba del Papa Julio I.Los romanos celebraban el 25 de diciembre la fiesta del “Natalis Solis Invicti” o “Nacimiento del Sol invicto”. Asociada al nacimiento de Apolo. El 25 de diciembre fue considerado como día del solsticio de invierno, y que los romanos llamaron bruma; cuando Julio César introdujo su calendario en el año 45 a.C., el 25 de diciembre debió ubicarse entre el 21 y 22 de diciembre de nuestro Calendario Gregoriano. De esta fiesta, los primeros cristianos tomaron la idea del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo. Otro festival romano llamado Saturnalia, en honor a Saturno, duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Por esta celebración los romanos posponían todos los negocios y guerras, había intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Tales tradiciones se asemejan a las actuales tradiciones de Navidad y se utilizan para establecer un acoplamiento entre los dos días de fiesta.

Los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol perenne, que representaba al Yggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad, cuando llegó el Cristianismo al Norte de Europa. Los mexicas celebraban durante el invierno, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario. “Por esa razón y aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas.”

Los aztecas también celebraban el nacimiento de uno de sus dioses en invierno: Huitzilopochtli.Tal y como comenta Isaac Asimov en su guía de la Biblia: “Podría ensamblar el cristianismo sin sobrepasar su felicidad de Saturnalia. Era solamente necesario que ellos justamente saluden el nacimiento del hijo en vez que el del Sol”.Por lo que la Navidad cristiana no es imitación, ni parodia de estas fiestas no cristianas del nacimiento de los dioses solares; como si los dioses no cristianos y Jesucristo hubieran nacido el mismo día.
Formación de la Navidad como fiesta cristiana

Según la Enciclopedia Católica, la Navidad no está incluida en la lista de festividades cristianas de Ireneo ni en la lista de Tertuliano acerca del mismo tema, las cuales son las listas más antiguas que se conocen. Orígenes, incluso se opuso a celebrar los nacimientos:

“No vemos en las Escrituras que nadie haya guardado una fiesta ni celebrado un gran banquete el día de su natalicio. Solo los pecadores (como el Faraón y Herodes) celebraban con gran regocijo el día en que nacieron en este mundo”.[1] La evidencia más temprana de la preocupación por la fecha de la Navidad se encuentra en Alejandría, cerca del año 200 de nuestra era, cuando Clemente de Alejandría indica que ciertos teólogos egipcios “muy curiosos” asignan no sólo el año sino también el día real del nacimiento de Cristo como 25 pachon (20 de mayo) en el vigésimo octavo año de Augusto. Desde 221, en la obra Chronographiai, Sexto Julio Africano popularizó el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús. Para la época del Concilio de Nicea en 325, la Iglesia Alejandrina ya había fijado el Díes nativitatis et epifaníae.

El papa Julio I pidió en el 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado el 25 de diciembre, lo cual fue decretado por el papa Liberio en 354. La primera mención de un banquete de Navidad en tal fecha en Constantinopla, data del 379, bajo Gregorio Nacianceno. La fiesta fue introducida en Antioquía hacia el 380. En Jerusalén, Egeria, en el siglo IV, atestiguó el banquete de la presentación, cuarenta días después del 6 de enero, que debe haber sido la fecha de celebración del nacimiento. El banquete de diciembre alcanzó Egipto en el siglo V.
Adopción de la fecha de Navidad como 25 de diciembre

Un árbol de Navidad.En Antioquía, probablemente en 386, Juan Crisóstomo impulsó a la comunidad a unir la celebración del nacimiento de Cristo con el del 25 de diciembre[2] , aunque parte de la comunidad ya guardaba ese día por lo menos desde diez años antes.

En el Imperio Romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, que eran el acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para hacer más fácil que los romanos pudiesen convertir al cristianismo sin abandonar sus festividades, el papa Julio I pidió en el 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha.

Algunos eruditos mantienen que el 25 de diciembre fue adoptado solamente en el siglo cuarto como día de fiesta cristiano después de que el emperador romano Constantino convertido al cristianismo para animar un festival religioso común para los cristianos y los paganos. La lectura atenta de expedientes históricos indica que la primera mención de tal banquete en Constantinopla no sucedió sino hasta el 379, bajo san Gregorio Nacianceno. En Roma, puede ser confirmado solamente cuando se menciona un documento aproximadamente del año 350, pero sin ninguna mención de la sanción por el emperador Constantino.

Durante la Reforma protestante, la celebración del nacimiento de Cristo fue prohibido por algunas Iglesias protestantes hasta pasado el siglo XIX, debido a su relación con el catolicismo, como hacen actualmente los Testigos de Jehová. Los primeros cristianos celebraban principalmente la Epifanía, cuando los Reyes Magos visitaron al Niño Jesús. (Esto todavía se celebra en Argentina, Armenia, España, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, México, Uruguay y Venezuela). Para las Iglesias Orientales la Epifanía es más importante que la Natividad, ya que es ese día cuando se da a conocer al mundo, en la persona de los extranjeros.

Algunas tradiciones de la Navidad, particularmente las de Escandinavia, tienen su origen en la celebración germánica de Yule, como son el árbol de Navidad. Allí la Navidad se conoce como Yule (o jul).
Cálculo de la fecha de Navidad según los Evangelios

Algunos expertos han intentado calcular la fecha del nacimiento de Jesús tomando a la Biblia como fuente, pues en Lucas 1:5-8 afirma que en el momento de la concepción de Juan el Bautista, Zacarías su padre, sacerdote del grupo de Abdías, oficiaba en el Templo de Jerusalén y, según Lucas 1:24-36 Jesús nació aproximadamente seis meses después de Juan. 1Cronicas 24:7-19 indica que había 24 grupos de sacerdotes que servían por turnos en el templo y al grupo de Abdías le correspondía el octavo turno.

Contando los turnos desde el comienzo del año, al grupo de Abdías le correspondió servir a comienzos de junio (del 8 al 14 del tercer mes del calendario lunar hebreo). Siguiendo esta hipótesis, si los embarazos de Isabel y María fueron normales, Juan nació en marzo y Jesús en septiembre. Esta fecha sería compatible con la indicación de Lucas 2:8 según la cual la noche del nacimiento de Jesús los pastores cuidaban los rebaños al aire libre, lo cual difícilmente podría haber ocurrido diciembre.

Como los turnos eran semanales, tal y como lo confirman los rollos del Mar Muerto, descubiertos en Qumrán, cada grupo servía dos veces al año y nuevamente le correspondía al grupo de Abdías el turno, a finales de septiembre (del 24 al 30 del octavo mes judío)[3] . Si se toma esta segunda fecha como punto de partida, Juan habría nacido a finales de junio y Jesús a finales de diciembre. Así algunos de los primeros escritores cristianos (Juan Crisóstomo, 347-407) enseñaron que Zacarías recibió el mensaje acerca del nacimiento de Juan en el día del Perdón, el cual llegaba en septiembre u octubre. Por otra parte, según los historiadores, cuando el Templo fue destruido en el año 70, el grupo sacerdotal de Joyarib estaba sirviendo. Si el servicio sacerdotal no fue interrumpido desde el tiempo de Zacarías hasta la destrucción del templo, este cálculo tiene al turno de Abdías en la primera semana de octubre, por lo que algunos creen que el 6 de enero puede ser el día correcto.

En un tratado anónimo sobre solsticios y equinoccios se afirmo que “Nuestro Señor fue concebido el 8 de las calendas de abril en el mes de marzo (25 de marzo), que es el día de la Pasión del Señor y de su concepción, pues fue concebido el mismo día en que murió”. Si fue concebido el 25 de marzo, la celebración de su nacimiento se fijaría nueve meses después, es decir, el 25 de diciembre[4] .

Los orígenes de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, se ubican en las costumbres de los pueblos de la antigüedad que celebraban durante el solsticio del invierno (desde el 21 de diciembre), alguna fiesta relacionada al dios o los dioses del sol, como Apolo y Helios (en Grecia y Roma), Mitra (en Persia), Huitzilopochtli (en Tenochtitlan), entre otros. Algunas culturas creían que el dios del sol nació el 21 de diciembre, el día más corto del año, y que los días se hacían más largos a medida que el dios se hacía más viejo. En otras culturas se creía que el dios del sol murió ese día, sólo para volver a otro ciclo.

Fuente:

Diario digital “La República de Entre Ríos” www.larepublicadigital.com.ar
redaccion@larepublicadigital.com.ar

Lo que llamamos “Navidad” es el resultado de una mezcla de tradiciones paganas muy coloridas e interesantes.

Para empezar, en los albores de la era cristiana nadie estaba seguro de la fecha en que había nacido Jesús. Era evidente que en diciembre y enero se daban -y se dan- las temperaturas más bajas (hasta 0,1 bajo cero, en grados Celsius) y las precipitaciones más altas (hasta 187 milímetros), de tal manera que resultaba imposible que los pastores durmieran a cielo descubierto mientras cuidaban el ganado, según escribió san Lucas -médico sirio convertido al cristianismo muchos años después de la desaparición de Jesús-, pues durante esta época, incluido febrero, hombres y ganado percnotaban bajo techo. Era entonces absurdo que el censo de población -decretado por Quirino, gobernador de Siria (1)- se llevara a cabo durante estas fechas, en medio del frío, la lluvia, y los caminos anegados y resbaladizos que harían imposible el desplazamiento de los miles de peregrinos que se dirigían a sus lugares de origen, como el el caso de José y María.

Así pues, se comenzó a especular con las fechas: 16 o 20 de mayo, 9, 19 o 20 de abril, 29 de marzo o 29 de septiembre… hasta que en el año 334 el Papa Julio I dictaminó que Jesús había nacido el 25 de diciembre, y punto. No era fecha escogida al azar pues -como nos indica Desmond Morris en Tradiciones de Navidad- coincidía con las festividades que se realizaban en muchos pueblos durante el Solsticio de Invierno: las ceremonias vikingas en honor de Odín, las Saturnalias romanas, el nacimiento del dios Indoiraní Mithra, etc. De ahí que el nacimiento del Jesús El Cristo haya sido fácilmente asimilado al retorno del sol, al regreso de la luz.

Otro elemento pagano de la navidad es el árbol, ya que como hemos visto anteriormente, muchos pueblos les rendían culto a un puñado de árboles considerados sagrados por distintos motivos. El más común, desde Grecia hasta Noruega era el roble, pero con el devenir del cristianismo se cambió al inconmovible roble por el abeto pues, según los misioneros, la forma triangular de la enramada correspondía al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este tres mágico caló muy bien en todas partes ya que era un número venerado por muchos pueblos miles de años antes de la venida de Jesús, y de esta manera bastante singular se impuso el abeto y con el correr de los siglos el pino.

Y ya que estamos en el tema de los árboles, durante esta fecha se había convertido en una costumbre milenaria el adornarlos con piedras pintadas y telas de colores, con el doble propósito de “vestir” a los árboles que se habían quedado “desnudos” tras el otoño, esto es sin su respectivo “espíritu”, y por otro lado lograr que el “espíritu” que había escapado de los árboles regresara a dar sus frutos en primavera, como efectivamente sucedía para regocijo de todos.

Otro elemento pagano es, por supuesto, Papá Noel, que en un principio se trataba del Abuelo Invierno alq ue los vikingos agasajaban para que fuera benévolo, y llegado el momento, partiera sin resentimiento para dar paso a la nueva vida. Una vez critianizados y, siguiendo la costumbre vikinga, los bretones los denominaron Viejo Padre Navidad: uno de llos se disfrazaba del personaje y con gran alegría el pueblo le ofrecía de comer y de beber en abundancia hasta su partida.

Con el tiempo, el Padre Invierno o Papá Noel, se confundió con San Nicolás, un hombre sumamente rico nacido en lo que hoy es Turquía y famoso por su generosidad con los más pobres, en especial con los niños. Resulta a que aquel hombre que se transformó en obispo, y mástarde en santo, los holandeses le tomaron particular cariño y lo llamaron en su lengua Sinter Klaas (San Nicolás), y con este nombre pasó a América, más específicamente a Nueva Amsterdam, que luego los ingleses bautizaron
como Nueva York. Con el tiempo y las aguas navideñas, Sinter Klaas se transformó en el famoso Santa Claus (jo jo jo), es decir en Papá Noel, esto es, en el Padre Invierno.

Y a propósito de este personaje, los lapones constataban cómo cada vez que estaba por llegar el (Padre) invierno, los renos empezaban a bajar en manadas desde las montañas hasta los valles menos azotados por los vientos gélidos. Sabedor de esta leyenda -o al menos así lo supone Desmond Morris-, el poeta Clement Moore incorporó a los renos a su famoso poema “Una visita de San Nicolás”, allá por 1824. Desde entonces los renos han precedido el carruaje de Papá Noel, y se teme que Rodolfo el reno, que tenía la nariz roja como un tomate, era parte del séquito.

Por su parte los americanos contribuimos a la Navidad con el pavo -del que los aztecas tenían grandes criaderos- que fue introducido en Inglaterra por David Strickland, razón por la cual obtuvo el derecho a poner como centro de su escudo familiar un pavo macho. Sin embargo de ello, durante años -confundiendo el pavo de América con la gallina de Guinea- se creyó que habían sido los turcos quienes habían introducido el pavo en Inglaterra, de ahí su nombre en inglés: turckey (turco).

Al parecer, lo único verdaderamente cristiano de la Navidad es Jesús “El Cristo”, y el pesebre, que fue incorporado por san Francisco, con animales vivos y personajes disfrazados, en el año 1224, para imitar la forma en que se celebraba la Navidad en Tierra Santa. Desde esa fecha, muchas casas nobles de Europa empezaron a competir entre ellas para diseñar el mejor pesebre cada año, hasta llegar a excesos verdaderamente surrealistas. Luego, esta costumbre se trasladó a América en donde se incorporaron figurillas de alpacas, cóndores, tapires y caimanes, amén de indios pastores, ángeles negros, ídolos precolombinos, así como chamanes amazónicos o emperadores incas en sustitución de algún Rey Mago, por lo general Gaspar.

A propósito de ésto último, Melchor (soberano persa), Gaspar (rey de la India) y Baltazar (jeque de Arabia), fueron “interpretados” por el ecumenismo de la Edad Media, como Melchor (europeo: a caballo), Gaspar (asiático: sobre un camello) y Baltazar (africano: a lomo de elefante) con el propósito de que “cada rey representara a una parte de la Tierra hasta entonces conocida”, según señala el antropólogo Segundo Moreno.

De esta manera queda demostrado cómo la Navidad, fiesta especialmente diseñada para ser disfrutada por los niños, es una verdadera mezcolanza de tradiciones, mitos y ceremonias paganas.

(1) Todo parece indicar que Jesús nació 6 años antes de su supuesto nacimiento, pues los censos se llevaban a cabo cada 14 años y el último había sido en el 20 AC.

Con la colaboración de Edgar Allan García
garsol@ecuanex.net.ec

Fuente:
Diccionario de Mitos y Leyendas – Equipo NAyA
http://www.cuco.com.ar/

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